Querida mamá,

Antes que nada, respira profundo. Siéntete orgullosa de ti, porque has hecho algo increíble: has traído una vida al mundo. No importa cómo fue tu parto; si fue natural, con epidural, una cesárea, rápido, lento… Lo lograste, y eso ya te convierte en una guerrera.

Sabemos que desde el momento en que tu bebé llegó al mundo, has escuchado muchas voces: “que si el parto debía ser de una forma, que si debiste hacer esto o aquello, que si la maternidad debería ser así o asá…” Pero hoy quiero decirte algo muy importante: lo que has vivido y cómo lo has vivido está perfecto. No hay un “manual exacto de la maternidad”, todo lo que has decidido lo has hecho con amor y sobreponiéndote al miedo que genera ser madre, y eso ya es el mayor acto de amor incondicional que existe.

La maternidad es una montaña rusa de emociones. Un día te sientes la mamá más increíble del mundo, y al día siguiente te preguntas si lo estarás haciendo bien. Es normal. Pero déjame recordarte que, aunque sientas que no estás haciendo todo perfecto y te coma la culpa por no serlo en muchísimas ocasiones, eres la MEJOR MAMÁ DEL MUNDO para tu bebé, porque nadie le conoce ni le cuida como tú.

Si alguna vez sientes que te juzgan o que no encajas en lo que “se supone” que es ser madre, quiero que recuerdes esto: no tienes que demostrar nada a nadie. Lo estás haciendo lo mejor que puedes con las herramientas que tienes, y eso ya es más que suficiente. Cada maternidad es única. Vívela y siéntela como quieras, empodérate, equivócate, comete errores, date el lujo de no ser perfecta, porque lo que realmente vale es el amor, la dedicación y el esfuerzo que pones cada día para ser mejor persona. Recuerda que no sólo eres madre y, cuando te atropellen los juicios, mírate con los ojos que te mira tú bebé o piensa en su reacción cuando escucha tu voz… ”Lo estás haciendo mejor de lo que te pensabas, ¿Verdad?”

Tu cuerpo también ha cambiado, y puede que te cueste reconocerte en el espejo, pero ese cuerpo es tu templo y ha sido la cuna de tú bebé durante nueve meses proporcionándole todo lo necesario para que se desarrolle sano y fuerte. Cuida tu templo, háblale bonito, con el mismo amor y cariño que lo hiciste mientras que tu peque estaba dentro de ti. Sintiéndolo así, ¿No crees que se merece un poco de tiempo y amor? Sobre todo mucho amor. Por eso estás aquí, para reconectar contigo, para mimarte y darte ratitos de autocuidado porque cuidar de ti no te convierte en una madre egoísta.

Sabemos que la maternidad es agotadora, por eso disfrutar de ese ratito de entrenamiento que te ayude a ponerte fuerte te va a llenar de energía, haciéndote sentir muy bien, volviéndote a reencontrar con esa imagen en el espejo y mejorando tu paz mental. No te olvides, que para poder cuidar hay que cuidarse.

¡Mamá, entrena! Y si decides hacerlo de la mano de un profesional, solo queremos informarte que aquí estamos para acompañarte en este proceso, para recordarte que no estás sola, y para apoyarte en este camino tan especial y, a veces duro, que es la maternidad.

Así que, querida mamá, te invito a que sueltes la culpa, que te abraces con amor y te repitas lo maravillosa que eres. Una y mil veces. Porque lo eres, con cada paso que das y con cada decisión que tomas desde el corazón.

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Con todo el cariño del mundo,

Equipo .be