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¿Por qué cambia el cuerpo de la mujer?

Es habitual oír hablar de “el cuerpo perfecto”, “las medidas perfectas”, “el cuerpo ideal” … y más, en una época en la que nos hemos acostumbrado a normalizar los filtros o a la perfección en redes sociales. Aceptar y entender nuestro cuerpo de mujer es clave.

Por suerte, cada vez son más las mujeres que normalizan los cuerpos normales –los cuerpos saludables– y que, sobre todo, entienden las fases por las que pasa su cuerpo a lo largo de la vida.

Diferencias entre el cuerpo de un hombre y una mujer.

Y es que, entender por qué nuestro cuerpo esta diseñado así, con grasa en algunos lugares o con las caderas un poco mas anchas que los hombres, es algo normal. De hecho, es algo hormonal. Solo hay un 1% de diferencias genéticas entre hombres y mujeres, pero dentro de ese porcentaje, la mujer experimenta muchos cambios en su cuerpo durante toda su vida; el hombre tiene una vida mas lineal hormonalmente hablando que la mujer.

Además, fisiológicamente la mujer tiene la función de reproducirse, por lo que su cuerpo también se prepara durante mucho tiempo para su etapa fértil. Todas las funciones fisiológicas de la mujer van orientadas a la reproducción (cambios hormonales) y, como consecuencia de esto, la mujer también sufre otros cambios mecánicos como el ensanchamiento de las caderas o el crecimiento de las mamas.

Por este motivo, es importante entender en qué fase hormonal se encuentra su cuerpo –etapa prepuberal, etapa fértil, menopausia y envejecimiento– para saber qué cambios va a sufrir.

Con la primera menstruación hay un incremento hormonal en el cerebro y ahí se construyen redes neuronales diferentes, porque comenzamos a tener hormonas esteroideas, y se conforma una realidad femenina propia.

Las hormonas esteroideas son las responsables de que nuestro cuerpo sufra fluctuaciones durante toda nuestra vida: hinchazón de tripa porque se aproxima la menstruación, cambio de humor porque estamos hormonando, ensanchamiento de caderas durante el embarazo, posible incontinencia urinaria en el posparto… por ello, la mujer no debe de obsesionarse con un cuerpo idealizado, ya que muchas veces nuestro cuerpo es así porque fisiológicamente y hormonalmente está así diseñado.

Entrenamiento y nutrición adecuados a cada etapa.

Todos estos cambios nos irán afectando a lo largo de nuestra vida a nivel físico, a nivel de descanso, a nivel emocional…  por ello es importante que en cada etapa se adecue la nutrición y el entrenamiento de la mujer.

Según nuestra experiencia, las mujeres siempre quieren perder grasa, estar delgadas, entrenar haciendo mucho trabajo aeróbico… pero nuestra primera función como profesionales de la salud es hacerles entender su cuerpo, lo que les sucede en cada etapa, comprenderlo y a partir de ahí programar los entrenamientos. Con ello, podremos conseguir ciertos objetivos –perder grasa, estar mas saludable, ganar fuerza…– pero, por ejemplo, nunca podremos conseguir que se estrechen las caderas, porque es necesario que nuestras caderas sean así para poder ser madres.

Además, en nuestra mano también está el inculcar la importancia de entrenar la fuerza ya que, fisiológicamente, la mujer tiene menos músculo y menos testosterona que los hombres. Unos niveles bajos de testosterona en la mujer pueden notarse a través de la aparición de algunos signos como desinterés sexual, disminución de la masa muscular, aumento de peso y disminución de la sensación de bienestar. Esta situación, además, está normalmente relacionada con insuficiencia adrenal y con la menopausia. Por ello, el entrenamiento de fuerza es fundamental para estabilizar nuestro estado hormonal.

Escuchemos, entendamos y cuidemos nuestro cuerpo, porque es el único que tenemos.

Lorena García.